ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN
DOI: https://doi.org/10.24142/raju.v14n29a9

Revista Ratio Juris, Vol. 14 N.º 29 (julio-diciembre de 2019),
pp. 207-224 © UNAULA ISSN: 1794-6638 / ISSNe: 2619-4066


LA DERROTA ESTRATÉGICA DE LA INSURGENCIA ARMADA. EL CASO DE LAS FARC-EP, COLOMBIA, 1994-2010


THE STRATEGIC DEFEAT OF THE ARMED INSURGENCY. THE CASE OF THE FARC-EP, COLOMBIA, 1994-2010


Recibido: 20 de junio de 2019 - Aceptado: 15 de agosto de 2019 - Publicado: 30 de diciembre de 2019






Carlos Alfonso Ortiz Lancheros

Politólogo y Magíster en Estudios Políticos (en curso) de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Correo electrónico: caortizla@unal.edu.co


Resumen

Por años, se consideró a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) como la principal y más grande insurgencia armada, enemigo número uno del Estado. Así mismo, desde 2012 se adelantó un proceso de diálogo y negociación política entre el gobierno colombiano y dichas fuerzas, que tuvo como resultado poner fin a la confrontación militar de más de seis décadas y habilitar un camino de reformas y apertura democrática para esta organización. Son muchos los factores que explican que la posibilidad real del cese definitivo al fuego entre el establecimiento y las FARC-EP haya sido exitosa. Sin embargo, la derrota estratégica de la primera guerrilla colombiana es la menos explorada y de escasos resultados en el subcampo del análisis político. Que la guerrilla de las FARC-EP haya ingresado a un proceso de reincorporación no solo se explica por un desgaste obvio de la guerra, o una ventana de oportunidad a la salida política negociada, sino también porque en el plano político-militar hubo un escenario desfavorable que no se logró superar. El presente artículo es el resultado de un estudio con base en el enfoque de análisis de coyuntura, que reconoce un horizonte relacional y estratégico de la acción político-militar que comprende la identificación de actores, acontecimientos, escenarios, correlación de fuerzas y relación estructura-coyuntura a partir de la revisión bibliográfica de expertos y el Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar (CIMHM), adscrito al Ministerio de Defensa.

Palabras clave: Guerrilla de las FARC-EP, derrota estratégica, gobierno colombiano, Fuerzas Militares de Colombia.


Abstract

For years, the Revolutionary Armed Forces of Colombia - People’s Army (FARC-EP) was considered the main and largest armed insurgency, the number one enemy of the State. Also, since 2012, a process of dialogue and political negotiation between the Colombian government and the farc-ep was carried out, which resulted in ending the military confrontation that lasted more than six decades and enabling a path of reforms and democratic openness for this organization.. There are many factors that explain that the real possibility of the definitive ceasefire between the establishment and the FARC-EP has been successful. However, the strategic defeat of the first Colombian guerrillas is the least explored and with few results in the subfield of political analysis. That the guerrilla FARC-EP has entered a process of reinstatement is not only explained by an obvious erosion of the war or a window of opportunity for negotiated political departure, but also because on the military political level there was an unfavorable scenario that It failed to overcome. This fact is proposed to analyze based on the joint analysis approach, which recognizes a relational and strategic horizon of political-military action that includes the identification of actors, events, scenarios and correlation of forces and structure-conjuncture relationship based on the literature review of experts and the Center for Research in Military Historical Memory (CIMHM) attached to the Ministry of Defense.

Key words: FARC-EP guerrillas, strategic defeat, Colombian government, Colombian Military Forces.





INTRODUCCIÓN


El Estado colombiano ha mantenido un tratamiento similar respecto al fenómeno de las guerrillas y la insurgencia en general, políticas que han combinado, de manera permanente y periódica, acciones ofensivas y de negociación, y han fluctuado entre el tratamiento político y el delincuencial (Moreno, 2006), en el marco de una racionalidad técnica básica: la superioridad de la fuerza militar estatal para aniquilar la oposición armada.

Con relación a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), el Estado colombiano no ha actuado de forma distinta; durante décadas, y en los sucesivos gobiernos, las FARC han sido consideradas un problema de seguridad nacional y un factor de desestabilización. El hacerle frente ha tenido como objetivo principal derrotar la guerrilla. Sin embargo, al no ser conseguible este objetivo, en el corto plazo, se ha optado, en el plano político-militar y en el curso de la guerra contrainsurgente, por sumar fuerzas para doblegar la insurgencia, al punto de inflexión que le permita al Estado colombiano obtener una ventaja estratégica (Cardona, 2015): una erosión al grupo guerrillero, dirigida a generar un desgaste considerable en el plano político-militar y así acceder a una posible rendición y entrega de la fuerza opositora.

La salida negociada, a la vista una ventana de oportunidad para ambas partes en el 2012, fue para el Estado colombiano la forma de imponer una paz, luego del gran despliegue militar del decenio anterior, en el cual las Fuerzas Militares jugaron un papel primordial al sostener una ofensiva de manera permanente y coordinada obteniendo como resultado la reconfiguración de la fuerza armada, el recambio es su forma de operar y, lo más importante, de transmutar la dinámica del conflicto, para pasar de estar en una defensa estratégica a una contraofensiva estratégica (Tse-Tung, 1967).

La derrota estratégica de las FARC se explica en este apartado desde el enfoque de análisis de coyuntura, que reconoce un horizonte relacional e importante de la acción político-militar, que comprende la identificación de actores, acontecimientos, escenarios, correlación de fuerzas y relación estructura-coyuntura (Gramsci, 1975 y Poulantzas, 1979).

Se empezará por describir importantes momentos, paisajes e hitos sobre la historia de las FARC, necesarios para entender el origen del actor insurgente y su lógica como grupo armado, conectando el análisis con la evolución de la guerra contrainsurgente liderada por el Estado colombiano durante 1994-2010 y la táctica desarrollada por las FARC en este mismo periodo.

Se afirma que los duros golpes asestados a la agrupación guerrillera en la contraofensiva estatal del 2002-2010, y parte del 2010-2012 (esta última temporalidad sin análisis en este apartado), diezmaron considerablemente la fuerza moral, política y militar “fariana”, motivo y razón de su declive. Se finaliza con algunas conclusiones en torno a la derrota estratégica de la insurgencia armada (García, 2013).


LAS FARC-EP: UN ACTOR MILITAR EN CLAVE POLÍTICA


Los marquetalianos: nacen las FARC

Las FARC se consideraban a sí mismas como un “ejército del pueblo”, como la expresión más elevada de la lucha revolucionaria por la liberación nacional, como un movimiento político-militar basado en la combinación de todas las formas de lucha.1

Los orígenes de las FARC se remontan a las primeras luchas agrarias en el sur del país, motivadas en parte por las fuerzas populares gaitanistas e inspiradas en la Reforma Agraria de los gobiernos liberales de la década del treinta. Allí surgieron como autodefensas campesinas, a finales de 1948, posterior al asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán Ayala2 y de la fuerte arremetida del establecimiento en cabeza del Partido Conservador contra las luchas campesinas (Arrubla, 1996). El despojo fue el mecanismo implementado por las élites de los partidos tradicionales, para la acumulación de grandes extensiones de tierra a partir del ejercicio sistemático de la violencia. Solapada en una intestina lucha bipartidista entre los años cuarenta y los cincuenta, las zonas rurales vivieron un proceso social en el que el sectarismo político encubrió la masiva expulsión del campesinado y la robusta concentración de la tierra por parte del bloque en el poder3 de entonces (Uribe, 2009).

Los primeros grupos de campesinos armados fueron integrados, en su mayoría, por familias de origen y militancia liberal; posteriormente, se sumaron otras familias de arraigo liberal y simpatizantes de las ideas comunistas. Pese a la unificación de las dos tendencias, las diferencias de concepciones ideológicas y organizativas condujeron a la ruptura de los comandos unificados que se crearon especialmente en el sur del Tolima y los Llanos Orientales, y dio comienzo a los enfrentamientos entre liberales “limpios”, “comunes” y bandoleros (Molano, 1994).

Con el objetivo de defenderse de la violencia oficial conservadora y los grupos paraestatales de la época, y luego del intento fallido de pacificación en la dictadura de Rojas (1953-1957) —donde fueron traicionadas la mayoría de las dirigencias campesinas que depusieron las armas, en especial en los Llanos Orientales—,4 nacen al sur del país espacios de refugio, zonas de aislamiento y autodefensa donde familias de campesinos que se sentían en riesgo, por parte del régimen político, encontraron protección. En encendidos discursos en el Congreso de la República, el líder conservador, Álvaro Gómez Hurtado, venía denunciando, desde 1961, la existencia de dieciséis “repúblicas independientes” que escapaban al control del Estado y en las cuales, según su retórica conservadora, se estaban construyendo unas zonas liberadas (Arrubla, 1996). Se trataba, ante todo, de Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Guayabero, Sumapaz y la región del Ariari (Arenas, 1985).

Las “repúblicas independientes”, como fueron denominadas estas experiencias autogestionarias por parte de los ideólogos del régimen conservador, fueron objeto de una descomunal ofensiva militar, con el apoyo del gobierno estadounidense.5 El Plan Laso (en razón de su denominación en inglés, Latin American Security Operation), agenciado desde Washington, se constituyó en una de las más grandes experiencias antisubversivas de la época en el hemisferio (Arrubla, 1996).

El ataque a Marquetalia, en 1964, ordenado por el gobierno conservador “frente nacionalista”6 de Guillermo León Valencia (1962-1966), tuvo una sorprendente y valerosa respuesta por parte del grupo de campesinos concentrados allí, que lograron esquivar el cerco militar y huir selva adentro (Molano, 1994). Marquetalia se constituyó en el epicentro de la Primera Conferencia de las guerrillas de inspiración comunista, dando como origen al Bloque Sur —simiente de lo que después serían las FARC—. El ataque a Marquetalia fue seguido por la operación contra Riochiquito,7 El Pato y Guayabero.

Finalmente, las guerrillas integradas en el denominado Bloque Sur, orientadas por el Partido Comunista Colombiano (PCC), adoptaron los principios marxistas-leninistas como parte de su proyecto político y al admirado grupo de hombres y mujeres que resistieron el ataque a Marquetalia como sus fundadores.


LAS FARC POR LA TOMA DEL PODER

Las FARC nacen oficialmente en la Segunda Conferencia8 del Bloque Sur (1966), en la región del Duda. Dentro de su estrategia militar avanzaron hacia El Pato, la cordillera oriental, Tolima, Caldas y Quindío, y pasaron de la defensa armada de una región a la resistencia armada, en la que grupos de guerrillas móviles empleaban la táctica de golpear, retirarse, volver a aparecer y desaparecer (Pizarro, 1989). Se buscaba consolidar un pequeño ejército con la conformación de grupos móviles, a fin de desplazarse hacia las tres cordilleras. Los objetivos políticos se definían en términos de la toma del poder, y como proyecto político se continuó con el Programa Agrario, proclamado el 20 de julio de 1964. 9

Avanzando al norte del Tolima y el Magdalena Medio, la situación de logística y movilización se va haciendo cada vez más difícil frente a los operativos adelantados por las fuerzas militares en la región. Los reveses militares se deben, en parte, a la falta de conocimientos sobre la concepción móvil de la guerrilla, la ausencia de madurez, disciplina interna y el fracaso en la construcción de una economía de guerra propia (Guevara, 1962). Así, la consolidación de la fuerza insurgente encuentra dificultades de penetración y expansión territorial, y los destacamentos armados —un número considerable de hombres y armas— difícilmente se convirtieron en guerrillas móviles o frentes guerrilleros —grupos más pequeños—. La preparación y experticia es una preocupación constante, el contacto con el PCC y su dirigencia se mantiene, pese a las dificultades de la época.

Para la década del setenta, las FARC se encuentran en una etapa de crisis que se expresa en las contradicciones e incompatibilidades que se exponen al interior del PCC, en relación con la construcción de la política y la estrategia militar. El conflicto Pekín-Moscú y la ruptura del bloque socialista se unen al proceso de cuestionamientos que se va dando en el seno de la insurgencia armada sobre los principios leninistas que deben guiar la organización (Lenin, 1972). En especial, lo referido al “Centralismo Democrático”, una fuerte crítica se da al peso de las decisiones político-militares en personas ajenas a la dinámica de la guerra, dirigencias en su mayoría resguardadas en las principales ciudades.10 Dicha crisis política y organizativa del PCC se solventa por la vía de escisiones, rupturas y expulsiones de importantes cuadros políticos y militares de estructuras regionales y locales. Estos se articularon en postrimerías para dar origen a un nuevo partido y guerrilla con base en la ortodoxia maoísta (Archila, 2008): el Partido Comunista Colombiano-Marxista Leninista (PCC-ML) y el Ejército Popular de Liberación (EPL).

Durante la década del ochenta las farc-ep emprenden un proceso de fortalecimiento, una serie de cambios que incluyen educar la línea de mando, mejorar los mecanismos internos de dirección y disciplina interna, además de acompañar la lucha y la movilización social sin perder de vista su actor o sujeto de cambio: el campesinado colombiano (Pizarro, 1989). De este último proviene una buena parte de su dirigencia militar y política, cuadros políticos y militares que se constituyen, nacen o se forman a partir del mito fundacional en Marquetalia, fundamentados por el adoctrinamiento ofrecido por el PCC (Molano, 1994). La otra parte de su cuerpo de dirección son hombres y mujeres con un amplio recorrido en las Juventudes Comunistas (JUCO), sindicatos, universidades, entre otros, provenientes de clases medias en las ciudades principales e intermedias del centro y sur del país, que se vincularon a la lucha armada, justificados, en parte, por la fuerte arremetida estatal a partir de 1976 con la implantación de la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional11 (Ronderos, 2002).

Para la misma época su operatividad se sustenta en campañas y batallas ofensivas de decisión rápida en las líneas exteriores a sus lugares de influencia; la guerra de guerrillas sigue siendo su método principal de resistencia armada (Guevara, 1962). En el plano político es insostenible seguir siendo el brazo armado del PCC; por esta razón, entra en duros cuestionamientos que un partido urbano tuviera injerencia en una guerrilla rural. Se crea el Partido Comunista Colombiano Clandestino (PCCC), instancia que se rige por principios leninistas y un sistema organizativo afín al mismo, unido y subordinado a las estructuras organizativas de las FARC-EP (Medina, 2006), trastocando la fórmula soviética Partido-Ejército a Ejército-Partido.


LÓGICA MILITAR SIN RÉDITOS POLÍTICOS

Para finales de los ochenta, y principios de los noventa, la estructura militar de las FARC-EP corresponde al siguiente orden: “La escuadra es la unidad básica y consta de doce hombres, dos escuadras forman una guerrilla, dos guerrillas una compañía, dos compañías una columna y dos o más columnas un frente. Cada estructura con su red de complejidad de mandos” (Medina, 2006, p. 98).

En la medida en que la organización se ensancha, el número de frentes se hace mayor. Las FARC-EP pasaron de 16 frentes a 25, la estructura de organización del ejército más compleja, y surgen así los denominados Bloques de Frentes, con una distribución militar que, bajo la dirección de un Estado Mayor Central de las FARC-EP o su Secretariado, coordina y unifica la actividad de los frentes en una zona específica del país, en Desarrollo del Plan Estratégico (Medina, 2006).

En la década del noventa, la Constitución del 91 y el ataque a Casa Verde, donde se encontraba el secretariado de las FARC-EP en conversaciones con el Estado colombiano, van a tener amplias repercusiones para el desarrollo del conflicto. En primer lugar, la ofensiva militar contra Casa Verde, por parte del gobierno de César Gaviria (1900-1994), tenía como objetivo desarticular la organización, que para este momento se encontraba vinculada a unas negociaciones de paz. Para las FARC-EP el ataque significó la continuación de la guerra y la persistencia del establecimiento en la exclusión política a esta insurgencia, al no aceptar las condiciones de participación en la Asamblea Constituyente (Cárdenas, 2012), lo que las llevó a dar paso a su nueva estrategia militar, que, aunque tiene sus bases en la Séptima Conferencia, es ampliada y actualizada de acuerdo con el desarrollo del conflicto.

La nueva forma de operar de los noventa va a tener características diferentes a la planteada en los ochenta, donde los ataques militares eran más defensivos que ofensivos, con poca concentración de tropa y acciones aisladas, básicamente una guerra de movimientos y guerra de guerrillas.12 Para poner en marcha la guerra de guerrillas y guerra de posiciones (Tse-Tung, 1967), sin olvidar sus objetivos políticos, pero ganando espacios militares, era necesario fortalecer unas finanzas que, hasta la década de los ochenta, se habían conseguido mediante el cobro de impuestos a los cultivadores de coca, la extorsión a ganaderos y el secuestro de grandes empresarios y políticos.

El fortalecimiento de las finanzas en dicha década estaría asociado, de alguna forma, con el incremento de los cultivos ilícitos y las formas de contribución establecidas por las FARC a las diferentes etapas de la cadena de producción del narcotráfico,13 obteniendo mayores rentas (Vásquez, 2008).

La lógica de la guerrilla era simple, se buscaba que los éxitos y victorias militares repercutieran en favorabilidad política en campos y ciudades. El ímpetu de las FARC-EP se mostró en acciones como las tomas a Las Delicias (30-31 de agosto de 1996), El Billar, Caquetá (5 de mayo de 1998), Miraflores, Guaviare (3 de agosto de 1998), La Uribe (4 de agosto de 1998), Puerto Rico (10 de julio de 1999) en el Meta, y La Arada, Tolima (7 de noviembre de 1998);14 y el aproximarse a la capital de la República —por la ruralidad— haciendo presencia política y armada en las goteras de Bogotá, las localidades de Sumapaz, Usme15 y Ciudad Bolívar.


LA TÁCTICA DE LA PAZ, LA ESTRATEGIA DE LA GUERRA


De Las Delicias al Caguán

En el marco de los gobiernos de Ernesto Samper Pizano (1994-1998), Andrés Pastrana Arango (1998-2002) y Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) el conflicto armado con las FARC se desarrolla y se transforma en un proceso que va del crecimiento de las operaciones militares de la guerrilla, contra las instituciones armadas del Estado (1994 a 1998), a un intento fallido de proceso de paz y reingeniería de las Fuerzas Militares (1998-2001) y a una fuerte contraofensiva y retoma de la iniciativa militar estatal (2002-2010).

Los ataques de la guerrilla muestran, en el periodo 1994-1998, un gran despliegue de fuerza y un posicionamiento territorial sin precedentes; la concentración de tropas y la sorpresa táctica es un hecho determinante para la ofensiva insurgente, que trajo como resultado un alto número de bajas militares y de secuestrados. En la Fuerza Pública colombiana no hubo una reacción rápida ante el cambio de estrategia de las FARC, que para la época se encuentra entre los ejércitos más pequeños de la región —tanto en términos absolutos como en términos relativos, respecto al tamaño de la población, pese a que habían adquirido una dimensión de algo más de 120.000 hombres-arma—. Su debilidad se explica, en parte, por una excesiva burocratización, una fuerte dispersión en su accionar-línea de mando y por la considerable tensión en las relaciones ejecutivo-cúpula militar bajo el gobierno Samper.16

En el periodo 1998-2002, el tercio, en esta tendencia, se ubica en las conversaciones de Paz, construidas en el marco de un universo de expectativas lideradas por el jefe de Estado colombiano de entonces, Andrés Pastrana. Los diálogos del Caguán, exiguos, limitados e intrincados, tuvieron como telón de fondo la intensificación del proyecto paramilitar17 —la estrategia antisubversiva: “dejar sin agua al pez”—, la firma del mayor proyecto de cooperación de Estados Unidos con Colombia —el Plan Colombia— y los cimientos de la mayor innovación en el proceso de transformación de las Fuerzas Militares —la Doctrina Conjunta—. Estos factores, sumados a la poca voluntad de las partes en un cese bilateral de las hostilidades y a tender caminos sinceros de democratización y alivios humanitarios, dieron al traste con el fracaso en las negociaciones y rienda suelta al discurso belicista y pacificador.

La contraofensiva estatal

Para el largo periodo bajo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002- 2010), a través de la política de seguridad democrática (Leal, 2006) y el gran impulso estadounidense del Plan Colombia —antidrogas— y el Plan Patriota —antisubversivo—, se propinaron duros golpes a la insurgencia armada, que diezmaron su capacidad operativa y los obligó a replantear su accionar político-militar (Echandía y Bechara, 2006). Los planes y procedimientos militares, todos en el marco de grandes recursos de capital por parte de la cooperación norteamericana, rinden sus frutos en operaciones en las que se dan de baja considerables objetivos militares —según el argot castrense—, hombres y mujeres que representaban todo un tejido social, político y militar de la guerrilla, que por su nivel jerárquico y línea de mando eran difíciles de reemplazar.18

En pro de dar continuidad a las victorias conseguidas a través del Plan Colombia, en materia de fortalecimiento de las Fuerzas Militares y aumento de su presencia a lo largo del territorio, se dio la ejecución del Plan Patriota, como parte de la política de seguridad del gobierno de Uribe Vélez (CIMHM, 2017). En este sentido, la preparación, conducción y sostenimiento de las operaciones militares en contra de la guerrilla son determinantes para arrojar los resultados arriba expuestos. La guerra de movimientos (Guevara, 1962) desarrollada por las FARC llega a su punto de inflexión con la retoma de la iniciativa por parte de las Fuerzas Militares. En principio, y como ejemplo, con la recuperación de las zonas de despliegue y avance estratégico de las FARC sobre la capital de la República y luego con la Operación Libertad Uno (CIMHM, 2017), en la que se ponen a prueba los Comandos Conjuntos, que no son otros que las fuerzas combinadas de tropas terrestres, suministros aéreos y fluviales —helicópteros, aviones y lanchas de combate— bajo un puesto de mando único. El resultado: el quiebre de los senderos de movilidad de la guerrilla sobre el enclave político del Estado colombiano.

En este escenario, las farc optan, por un lado, por un repliegue estratégico (Pizarro, 2006) —el cual significa reducir movilidad y transferencia—, y por intensificar una lucha ardua y política por un canje humanitario.19 En su primera opción, las FARC sufren numerosos reveses. Los Batallones Contraguerrilla, o Brigadas Móviles, y el Poder Aéreo, por una parte, y la creación de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega20 (CIMHM, 2017), por otra, irrumpen en las históricas zonas de retaguardia de la guerrilla y rompen, a su vez, con las posiciones en consolidación de la insurgencia, especialmente en lo que se refiere a las goteras de la capital de la República. Las FARC ya no tienen zonas seguras y muestran un enorme retroceso en sus planes de cerco a los medianos y grandes centros urbanos (Tse-Tung, 1967); las Fuerzas Militares, por su parte, ya no tienen zonas vedadas y avanzan en la desestabilización de las zonas históricas, el rescate de los secuestrados y golpean duramente las principales estructuras militares de la guerrilla y los importantes jefes de las farc (CIMHM, 2017). La moral y confianza de la denominada tropa “fariana” se aminoran.

En su segunda opción, la posibilidad por el canje humanitario, las FARC pierden la oportunidad de seguir ejerciendo una presión política sobre el gobierno; luego de cinco años de cautiverio —el 18 de junio de 2007— guerrilleros de las farc asesinan a once de los doce diputados del Valle del Cauca,21 y luego, un año después (2008), en la Operación Jaque —audaz operación militar de rescate de retenidos—, la guerrilla pierde el más significativo e importante grupo de secuestrados. El empuje internacional y la protesta ciudadana, a favor de una salida negociada con la guerrilla, ya no encuentra eco como antes, la confrontación armada se hace más intensa y despierta un renovado optimismo por la derrota militar de la insurgencia armada. Las FARC ven reducido su campo político —nacional e internacional— al igual que su accionar bélico. La considerada línea “marquetaliana”, o línea dura de las FARC, casi desaparece, su reemplazo, no era de esperarse otro, son los hombres y mujeres provenientes de la experiencia partidista —del Partido Comunista Colombiano de la década del setenta—, sus valoraciones sobre la guerra y la política son otras, el peso de las duras batallas y recomponer la iniciativa se hace imposible, la salida negociada se convierte en una única opción para la nueva dirigencia.




CONCLUSIONES


La retoma de la iniciativa del bloque en el poder, por parte de las Fuerzas Militares, en la que se asientan duros golpes militares a la principal línea de mando de las FARC y los fuertes reveses políticos, como producto de la decisiones —absurdas y sin una valoración autocrítica— en las que se ordenaban y perpetraban masacres y secuestros —el procedimiento fue similar a los que usaban los paramilitares—, dan al traste con un escenario desfavorable en la guerra insurgente de las FARC contra el Estado colombiano.

Las FARC no lograron superar dicho escenario y recuperar la iniciativa. La incorporación de tácticas de guerra deshumanizantes, como el cautiverio de políticos y civiles, y los actos terroristas a los centros poblados llevaron a una sin salida al grupo armado en el plano militar y político. Luego de ostentar un dominio territorial y amplia movilidad, con un numeroso pie de fuerza, vio fuertemente diezmada su capacidad, a partir de su propia decisión de repliegue estratégico y de los duros golpes propinados por parte de la Fuerzas Militares en la modalidad de Comandos Conjuntos.

En el plano político, su obstinación por un canje humanitario se erosiona a partir del juego táctico del establecimiento, en la denuncia internacional de la crisis humanitaria de los secuestrados y la herramienta estratégica de recuperación de estos —Operación Jaque—. Recuperar la iniciativa militar se hace imposible y demanda direccionar los esfuerzos hacia una paz negociada.




Notas


1 A partir de la Séptima Conferencia (1982), bajo el mando de Jacobo Arenas, se plantearon varias directrices estratégicas nuevas y se reafirmó el principio de la “combinación de todas las formas de lucha”, la lucha política y la armada. En este mismo evento, las FARC se autodenominan Ejército del Pueblo (“Séptima conferencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo”, 1982).

2 En la historia de Colombia, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán Ayala marcó un momento de ruptura, de crisis, en la credibilidad en las instituciones y el sistema democrático. Pedro Antonio Marín, mejor conocido como Manuel Marulanda o Tirofijo, fundador de las FARC, fue gaitanista, pese a que el Partido Comunista, sustento ideopolítico de esa guerrilla, “se hubiera opuesto a Gaitán en vida y tergiversado sus ideas” (García-Peña, 2017).

3 El bloque en el poder “indica la unidad contradictoria particular de las clases o fracciones de clase dominantes en su relación con una forma particular de Estado” (Poulantzas, 1979, p. 302).

4 En el marco del trágico fin de las guerrillas del Llano, que le proporcionaron las fuerzas estatales a varios de los líderes de la insurrección llanera, se dio muerte al máximo líder guerrillero José Guadalupe Salcedo Unda. El acontecimiento es uno de los magnicidios más sonados y representativos de la segunda mitad del siglo XX, porque tras un proceso de “pacificación” y desarme en los Llanos Orientales, logrado en la dictadura del general Rojas Pinilla, se da muerte al “terror de los llanos” en la capital del país. Arturo Alape (2000) y Reinaldo Barbosa (1992) afirman que fue un plan premeditado del Estado para dar muerte a Guadalupe. Cabe señalar, además, que nunca prosperó una investigación policial seria para que se conocieran los responsables materiales e intelectuales del crimen.

5 “Oficialmente, el general Valencia Tovar sostuvo: ‘Los efectivos sumados apenas pasaban de 1.200 hombres’; la guerrilla de ese momento calculó que la fuerza osciló entre 10.000 y 16.000 soldados, apoyados por aviones T-33 y por siete helicópteros. Según Guaracas, las guerrillas estaban compuestas por 48 hombres armados. ‘El arma más ventajosa era una carabina San Cristóbal; las demás, ocho fusiles M1, y el resto, fusiles de perilla’. Gregorio Fandiño, sargento que participó en los combates, da una cifra exacta: 3.375 militares” (Molano, 2014).

6 El Frente Nacional fue una coalición política concretada en 1958 entre el Partido Liberal y el Partido Conservador de la República de Colombia. A manera de respuesta, frente a la llegada de la dictadura militar en 1953, su consolidación en el poder, entre 1954 y 1956, y luego de una década de grandes índices de violencia y enfrentamientos políticos radicales, los representantes de ambos partidos, Alberto Lleras Camargo (Partido Liberal) y Laureano Gómez Castro (Partido Conservador), se reunieron para discutir la necesidad de un pacto entre ambos partidos para restaurar la presencia en el poder del bipartidismo.

7 El documental Riochiquito, de los franceses Jean-Pierre Sergent y Bruno Muel (Francia, 1965) [15 min], fue filmado en homenaje a Hernando González Acosta, universitario y dirigente de la Juventud Comunista. Hernando murió en una emboscada realizada por el Ejército en Riochiquito, el 22 de septiembre de 1965, cuando regresaba de la misión de sacar vivos del sitio de los combates a los documentalistas franceses. Este documento nos remonta a los orígenes de las FARC-EP.

8 Las conferencias guerrilleras fueron consideradas, para las FARC, su máxima instancia de participación y decisión, en las que se definían los planes y las líneas estratégicas de la Guerra Revolucionaria.

9 Proclamado el 20 de julio de 1964 en el fragor de la lucha armada de Marquetalia, corregido y ampliado por la octava conferencia nacional de las FARC-EP en abril 2 de 1993. Entre los puntos destacados se encuentra una Reforma Agraria Revolucionaria, llevar adelante la consigna de “la tierra para quien trabaja”, respetar los derechos de propiedad y servicios a los campesinos ricos que trabajen personalmente en sus tierras, un gobierno revolucionario que establezca un amplio sistema de crédito para los campesinos individuales, como para las cooperativas de producción, y la protección a las comunidades indígenas (“Programa Agrario de los guerrilleros de las FARC-EP”, 1993).

10 Según Nelson Lombana, militante del PCC, el Centralismo Democrático busca “desarrollar la discusión, la democracia y concretar la síntesis. Reconocer con argumentos la fuerza de la mayoría, sin perder la individualidad, respetando los derechos de las minorías. Imponer la fuerza de la sensatez, de la razón. Esta se expresa a través del argumento. Se caracteriza por la participación y la capacidad de reconocer que el otro piensa y se puede llegar a un acuerdo colectivo. Implica decir y hacer, como diría José Martí, héroe cubano” (Lombana, 2017).

11 Luis Édgar Devia Silva, alias Raúl Reyes, considerado el segundo hombre de las FARC, en la década del 2000, y la persona más cercana a Tirofijo, relata que se acercó primero a las Juventudes Comunistas (JUCO) y posteriormente al Partido Comunista Colombiano (PCC). Reyes decía que el gobierno de Turbay partió la vida de muchos militantes de izquierda en dos. “A los que no asesinaron o condenaron, los obligaron a irse a la clandestinidad” (“El pequeño gigante de las FARC”, 2008).

12 Para ver más sobre “guerra de movimientos, guerra de guerrillas y guerras de posiciones”, véase Mao Tse Tung en su conferencia “Sobre la guerra prolongada”, pronunciada en mayo de 1938, en la Asociación para el Estudio de la Guerra de Resistencia contra Japón (Tse-Tung, 1967).

13 “Nos vimos obligados a establecer un régimen de tributación y de regulación a las transacciones realizadas por los campesinos, siempre pensando en sus derechos, protegiéndolos frente a abusos de intermediarios y narcotraficantes”, dijo el jefe negociador Iván Márquez en referencia a los territorios bajo control guerrillero, el 29 de noviembre de 2013.

14 “La guerrilla de las FARC diseñó una estrategia de crecimiento que debía ejecutarse en ocho años y en la que se puso como meta final tomarse el poder. Los pasos para lograrlo salieron de una reunión que realizó el Pleno del Estado Mayor de esa guerrilla, del 10 al 17 de mayo de 1989, en el que definieron una serie de estrategias que desarrollarían lo que se habían planteado en su Séptima Conferencia en 1982” (“Así planearon las FARC tomarse el país en los años 90”, 2013).

15 “Las FARC-EP hicieron de Usme, una localidad en el sur de Bogotá, su bastión de guerra y la puerta de entrada a la capital del país, a finales de la década del noventa. Catorce años después, líderes sociales, abogados y un exmilitante de la agrupación guerrillera recuerdan y relatan lo que vivieron en aquellos años, cuando el conflicto armado alcanzó índices máximos de violencia en zonas rurales y urbanas de todo el territorio nacional” (Pérez, 2019).

16 “Tal y como se argumenta en el epílogo de El juego del poder: historia, armas y votos (Dávila, 1998), tanto por su interés y conocimiento del tema, como por la situación de inestabilidad y debilidad que introdujo el Proceso 8.000, el gobierno Samper habría desechado todo lo construido y avanzado en el periodo Gaviria y habría retornado a esquemas propios del Frente Nacional. Es decir, de poco interés del alto gobierno en los temas de seguridad y propiamente militares, de atención coyuntural, producto de las circunstancias de orden público, y de carencia de un interlocutor civil reconocido por las instituciones armadas, especialmente tras la obligada renuncia de Fernando Botero al Ministerio de Defensa. Por tanto, la situación quedó sujeta a esquemas muy marcados por las relaciones personales, que no institucionales, pero en un contexto que no hacía sino agravar la situación vigente” (Dávila, Escobedo, Gavina y Vargas, s. f., p. 154).

17 En Rutas del Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica y Verdad Abierta —del Grupo Semana— se podrán observar, de forma detallada, el número de masacres cometidas por los grupos paramilitares en este periodo (véase http://rutasdelconflicto.com/geografia-del-terror/masacres-por-grupos.php)

18 Los golpes más contundentes dados a las FARC se encuentran en el periodo 2004-2012, entre los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos (“Los golpes más contundentes dados en los últimos años a las FARC”, 2011).

19 Varias veces el gobierno nacional (2004) y las FARC intentaron entablar un diálogo, con el fin de realizar el intercambio entre guerrilleros y secuestrados. El gobierno de Uribe primero se ofreció a liberar a quince guerrilleros que no estuvieran condenados por delitos de lesa humanidad, y exigió que las FARC entregaran el mismo número de secuestrados. Los máximos líderes de las FARC sometieron entonces el canje a la condición de establecer otra vez la zona de distensión en el sur del país, para así realizar el intercambio humanitario entre civiles, políticos, soldados y policías secuestrados por las FARC, por guerrilleros que en ese momento se encontraran bajo la ley, a lo que Uribe se negó rotundamente.

20 La Fuerza de Tarea Conjunta Omega contaba, para la época, con un fuerte componente terrestre, uno aéreo y uno fluvial, con más de siete mil hombres que desarrollaban operaciones militares en los municipios de La Julia, Vistahermosa, Mesetas, Macarena, Uribe, Puerto Rico, Solano, San Vicente del Caguán, Cartagena del Chaira, San José del Guaviare, Calamar, El Retorno y Miraflores, en los departamentos del Meta, Caquetá y Guaviare.

21 Que fueron secuestrados cinco años atrás —11 de abril de 2002— en la sede de la Asamblea del Departamento, en pleno centro de Cali. ¿Qué buscaban las FARC con esto? Presionar al Gobierno para que cediera de nuevo a sus pretensiones y así se obligara un acuerdo humanitario que diera lugar al intercambio de personas secuestradas por guerrilleros detenidos en las cárceles (“Expediente farc revela cómo asesinaron a los diputados del Valle por error”, 2018).


REFERENCIAS


Alape, A. (2000). Manuel Marulanda “Tirofijo”. Colombia: 40 años de lucha guerrillera. Txalaparta.

Archila, M. (2008). El maoísmo en Colombia: la enfermedad juvenil del marxismo-leninismo. Revista Controversia, (190), 148-195.

Arenas, J. (1985). Cese el fuego. Una historia política de las FARC. Oveja Negra

Arrubla, M. (1996). Síntesis de historia política contemporánea. En J. O. Melo (Ed.), Colombia hoy. Siglo XXI.

Así planearon las farc tomarse el país en los años 90 (2013). Verdad Abierta. https://verdadabierta.com/asi-planearon-las-farc-tomarse-el-pais-en-los-anos-90/

Barbosa, R. (1992). Guadalupe y sus centauros: memorias de la insurrección llanera. CEREC - Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales.

Cárdenas, M. E. (2012). Balance crítico de la Constitución Política de 1991. Revista Lanzas y Letras, (26), 23-27.

Cardona, J. (2015). Fuerza de Tarea Conjunta Omega. Planeta.

Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar (CIMHM) (2017). Operaciones militares de Colombia: un camino histórico en la modernización de las Fuerzas Militares y sus doctrinas. Pontificia Universidad Javeriana.

Dávila, A., Escobedo, R., Gavina, A. y Vargas, M. (s. f.). El Ejército colombiano durante el periodo Samper: paradojas de un proceso tendencialmente crítico. https://revistas.uniandes.edu.co/doi/pdf/10.7440/colom-biaint49-50.2000.08

Echandía, C. y Bechara, E. (2006). Conducta de la guerrilla durante el gobierno Uribe Vélez: de las lógicas de control territorial a las lógicas de control estratégico. Análisis Político, 19(57), 31-54.

El pequeño gigante de las FARC (2008). El Espectador. https://www.semana.com/nacion/articulo/el-pequeno-gigante-farc/91364-3

Expediente FARC revela cómo asesinaron a los diputados del Valle por error (2018). La FM. https://www.lafm.com.co/judicial/expediente-farc-re-vela-como-asesinaron-los-diputados-del-valle-por-error

García, M. (2013). El concepto de insurgencia a debate: una aproximación teórica. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, 12(1), 211-224.

García-Peña, D. (2017). Las farc estudian a Gaitán. El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/las-farc-estudian-gaitan-colum-na-708122

Gramsci, A. (1975). Análisis de las situaciones. Relaciones de fuerzas. Nueva Antropología. Revista de Ciencias Sociales, (15-16), 7-18.

Guevara, E. (1962). Guerra de guerrillas: un método. Comuna Socialista.

Leal, F. (2006). La política de seguridad democrática 2002-2005. Análisis Político, 19(57), 3-30.

Lenin V. I. (1972). ¿Qué hacer? [tomo v]. En Obras completas. Quimantú.

Lombana, N. (2017). La vigencia de los principios leninistas de organización. Partido Comunista Colombiano. https://www.pacocol.org/index.php/comites-regionales/tolima/3154-la-vigencia-de-los-principios-leninistas-de-organizacion

Los golpes más contundentes dados en los últimos años a las farc (2011). El Espectador. https://www.elespectador.com/noticias/judicial/los-golpes-mas-contundentes-dados-los-ultimos-anos-farc-articulo-309633

Medina, C. (2006). FARC-EP Notas para una historia política (1958- 2006). Universidad Nacional de Colombia.

Molano, A. (1994). Trochas y fusiles. Historias de combatientes. Random House Mondadori.

Molano, A. (2014). Asalto a Marquetalia. El Espectador. https://www.elespectador.com/noticias/nacional/asalto-marquetalia-articulo-498380

Moreno A. (2006). Transformaciones internas de las farc a partir de los cambios políticos por los que atraviesa el estado colombiano. Papel Político, 11(2), 595-646.

Pérez, J. C. (2019). Usme, el bastión urbano de las farc en la década del noventa. El Espectador. https://www.elespectador.com/colombia2020/justicia/verdad/usme-el-bastion-urbano-de-las-farc-en-la-decada-del-noventa-articulo-857582

Pizarro, E. (1989). Los orígenes del movimiento armado comunista en Colombia: 1949-1966. Análisis Político, (7).

Pizarro, E. (2006). Las FARC-EP: ¿Repliegue estratégico, debilitamiento o punto de inflexión? En F. Gutiérrez (Coord.), Nuestra guerra sin nombre, transformaciones del conflicto en Colombia. Norma.

Poulantzas, N. (1979). Estado, poder y socialismo. Siglo XXI.

Programa Agrario de los guerrilleros de las FARC-EP (1993). El Espectador. https://www.farc-ep.co/octava-conferencia/programa-agrario-de-los-guerrilleros-de-las-farc-ep.html

Ronderos, M. T. (2002). Retratos del poder: vidas externas en la Colombia contemporánea. Semana.

Séptima conferencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (1982). FARC-EP. http://www.farc-ep.co/septi-ma-conferencia/septima-conferencia-de-las-fuerzas-armadas-revoluciona-rias-de-colombia-ejercito-del-pueblo.html

Sergent, J. P y Muel, B. (1965). Riochiquito [video]. https://www.you-tube.com/watch?v=OeMRiZgM5_M

Tse-Tung, M. (1967). Selección de escritos militares. S. e.

Ugarriza, J. y Nussio, E. (2015). ¿Son los guerrilleros diferentes de los paramilitares? Una integración y validación sistemática de estudios motivacionales en Colombia. Análisis Político, (85), 189-211.

Uribe, M. (2009). El veto de las élites rurales a la distribución de la tierra en Colombia. Revista de Economía Institucional, 11(21), 93-106.

Vásquez, T. (2008). Las nuevas guerras y el conflicto armado en Colombia. Controversia, (190).